viernes, 15 de julio de 2016

5- Nunca es lo que parece

Lidia seguía siendo hija de un socio de su padre, que a su vez era socio del padre de Marta en otros negocios, y la ruptura del matrimonio iba acompañada de presiones familiares. Su padre dejó de dirigirle la palabra, y su madre no entendía qué estaba ocurriendo. Lo hizo en el peor momento, su hija acababa de nacer, pero él había aguantado hasta estar al límite. Si antes contaba poco para su mujer, desde el nacimiento de la niña le dio completamente de lado. Lo que en cualquier pareja se habría solucionado con un poco de paciencia, a ellos terminó por distanciarles.
A nadie le negó la existencia de una tercera persona, pero ninguno hubiera adivinado de quién se trataba. Aguantó como pudo los envites familiares. Por supuesto si su matrimonio no estaba formado por la pareja, tampoco lo estuvo la separación ni el divorcio, intervinieron ambas familias, y él fue el peor parado. El infiel. Culpable de haberse enamorado de otra mujer, de haber querido conciliar ambas vidas. En realidad siempre la faltó el valor suficiente para enfrentarse a su padre, finalmente fue un choque de trenes.
- ¿Era necesario que nos arruinaras la vida a todos?
- Déjame en paz, esto no tiene nada que ver contigo.
Solo hice lo que tú me aconsejaste... siento que saliera mal.
- No te importa ni tu hija, eres un descastado.
- ¿Y tu? ¿Qué eres tú? ¿A quien quieres engañar?
- ¿Qué estas insinuando? ¿Tienes algo que reprocharme?
Te lo he dado todo.
Ningún hombre de nuestra familia ha abandonado a su mujer y a su hija.- Su padre iba alterándose cada vez más.
Es una vergüenza. Mi hijo mayor eludiendo sus responsabilidades.
- ¿De qué estas hablando? Yo no eludo nada.
- Eres un cobarde.
Vete de mi casa, no mereces que su techo te cobije.

Y ahí fue cuando intervino mama plantándole cara, esa era también su casa, y todavía no había nacido la persona que se atreviera a echar de ella a un hijo suyo, aunque fuera un asesino.
Este tiempo que he vuelto a estar junto a ella he conocido a una persona diferente. Hemos hablado mucho, incluso de papá, y me fascina su visión del mundo, su perspectiva de la vida. Es una fantástica amiga.
- ¿Acabas de descubrir a mamá?
- Te parecerá una idiotez. Pero he descubierto a la mujer que hay dentro de ella, y no es diferente a las demás, siente, ama y desea.
- ¿Habéis hablado de sexo?
- No de manera explícita, si hemos hablado de lo que acompaña al sexo y de lo que significa para las personas.
- ¡Vaya! ¿Y no has sentido pudor?
- Un poco.
- ¿Le has contado lo tuyo con Marta?- Preguntó intentando parecer natural.
- No hizo falta, lo sabía.
Iban juntos en coche, camino del hospital a la que presumían seria la última revisión médica.
-¿Qué harás cuando te quiten el yeso y tengas el alta médica?
- Volver al trabajo, comprarme una moto nueva... voy a quedarme en casa de mama todo el verano, así cuando tenga a la nena estarán juntas. Se lo debo.
- Dentro de dos semanas doy una fiesta en mi nueva casa, de inauguración puede decirse.
También aprovecharé para presentar a Sara.
- ¿Vais en serio?- Preguntó sin mirarle.
- Vamos a vivir juntos.
- ¡Es curioso que no la conozcan tus amigos!
- Todos no, no tengo demasiado tiempo para hacer vida social -Pareció algo irascible.
- ¿Te va a durar mucho tiempo?
- ¿Qué?
- El enfado, qué si va para largo.
- Si estuviera enfadado no te invitaría a la fiesta.
- ¡Ah, que me estas invitando!- Sonrió irónico- Gracias.
- Pero tengo que advertirte que también he invitado a Marta, no quiero que luego pienses que te he preparado una encerrona.
No puedo confirmarte si asistirá o no, es impredecible, y todo lo que huele a ti le espeluzna.
Roberto rió sarcástico.
- Seguramente.
No has podido evitarlo, has ido a verla.
¡Qué infantil!- Cabeceó suavemente, incrédulo.
- ¿Cómo lo haces?- Le preguntó su hermano.- No lo entiendo. Explícame cómo haces para que después de todo hable bien de ti. Es paranormal.
- ¿Después de qué, Charly? - desafió- creo que no nos has escuchado a ninguno de los dos.
Desde el principio te dije que no era lo que parecía...
- ¡Ya, ya!- Cortó molesto- No me sermonees, si me da igual, es problema vuestro.
¿Vas a venir?
A la fiesta- Aclaró innecesariamente.
- No lo sé, dependerá de sí tengo guardia o no.- Le brillaban los ojos- si no voy será por el trabajo, no por temor a encontrarme con Marta.
Excusa no pedida...
- La invitación también incluye a tu novia.
- Sabes que no tengo novia.
- ¡Que desastre de vida!
- ¡Mira quién habla! Vive con su novia y no la conocemos.
- Por si me la quitas otra vez.
- ¿Otra vez dices? ¿Cómo?- Se burló.- ¿Eso es todo lo que te pasa?
Pues has de saber que son celos.
- Bueno ¿Y qué?
- Nada, pero son absurdos.
- ¿Y qué quieres? No puedo evitarlo. El mero hecho de imaginaros juntos me enciende.
Pues no nos imagines.
- Y no lo hacía hasta que vi la foto. Hasta ese momento, si bueno, tú no tenías por qué mentir, pero no me hacía a la idea.
- ¿Y por eso nos has invitado a los dos a tu fiesta?
¿Qué crees que va a pasar si coincidimos?
- Dímelo tú.
- Estás enfermo, hermano.
Olvídate de ella, nunca fue para ti. No era tu chica.
Siento que te haya causado tanto daño.
- Me ha dolido más ser el último en enterarme, que ni tu, ni Marta, ni tan siquiera Jorge, me contarais nada.
Roberto se movió incómodo en el asiento. Su reacción le dio a entender que Jorge no permaneció impasible ante esa relación. Esperó algún comentario al respecto, pero su hermano guardó silencio, mirando hacia la calle a través de la ventanilla.
- Tengo la sensación de haber vivido una vida distinta- Añadió.
- Por supuesto, la tuya- Aclaró sin mirarle- Esa de la que hablas pertenece a otras personas, que ni quisieron, ni quieren que participéis en ella.

Después de este comentario no le sorprendió ver que ninguno de los dos asistiera a su fiesta. Le daba morbo presenciar el rencuentro y al fin y al cabo su hermano tenía razón, qué esperaba encontrarse.

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