Finalmente
Charly fue en busca de Marta, tenía que hablar con ella. Necesitaba
conocer su versión. Imaginaba que ella no estaría dispuesta a
contar nada, pero debía intentarlo. No le parecía que estuviera
enfadada con él como su madre le insinuó, o al menos lo disimulaba
muy bien. Tampoco preguntó por Robe. Subieron juntos hasta el ático
del edificio, donde ella ocupaba una suite.
Una
vez terminó su formación y con un gran esfuerzo por parte de la
familia, reabrieron el Hotel que su padre construyó y ella se puso
al frente de la dirección del proyecto.
Se
sentaron en la terraza abierta al mar y con piscina privada. La
encontraba diferente. Como si hubiera crecido de pronto. Se dio
cuenta de que hasta ese momento la había visto con la mirada de los
dieciséis años, y que ya no tenía mucho sentido que le pidiera
explicaciones sobre el modo de vivir su propia vida.
-¿Quieres cenar conmigo?- La oyó preguntar. Sin esperar respuesta
la vio encargar la cena mediante una llamada de teléfono. Al fin y
al cabo ella era la directora y medio propietaria. Puso un CD de
Carlos Santana, preparaba el ambiente como si intuyera el motivo de
su visita.
- No
me creerás, pero no he comido en todo el día. No he tenido tiempo,
y tengo un hambre de lobo- dijo sentándose en una tumbona y dejando
sobre la mesa una botella de agua y la cerveza que él había pedido.
Era
realmente una mujer atractiva. Le sorprendía encontrarla tan bien.
Esperaba otra cosa. Quizá encontrarla desamparada y hundida. Parecía
feliz. Cenaron comentando aspectos de la vida de ambos y de sus
respectivas profesiones. Fue ella quien, ante una taza de café
abordó el tema.
-
Para ser tan curioso has tardado mucho tiempo en venir.
Sonrió
sabiéndose descubierto.
- Lo
siento. Estaba tan impresionado que no sabia que decirte.
- No
es para tanto, solo fui a verle al hospital, no le he dado un riñón
ni nada parecido.- Rió queriendo quitar importancia a lo sucedido.
La
reacción de Roberto planeaba entre los dos, sin que ninguno se
atreviera a mencionarla.
- He
hablado con mi hermano- Confesó finalmente. Marta no le miró, ni
expresó emoción alguna, continuó mirando al mar.- Me ha contado
algunas cosas que la verdad... no sé si creer.
-
¿Algunas cosas?- Preguntó a la defensiva.- ¿Qué cosas?
-
Que te quiso más que a su propia vida.
¿Es
cierto? ¿Tuviste un lío con mi hermano?- Intentó eliminar
cualquier resto de reproche en su voz.
Marta
se movió molesta evitando mirarle.
-
¿Te ha dicho que tuvimos un lío?- Quiso parecer sarcástica.
-
No, eso lo digo yo.
Parecía
costarle trabajo hablar sobre ello. Miraba ausente al horizonte. Era
curioso pero los dos habían tenido la misma reacción, y ambos
escogían las palabras para no dejar en mal lugar al contrario.
- Tu
hermano y yo tuvimos una relación, con sus altos y bajos.
Y de
nuevo un silencio denso.
- No
he podido volver a enamorarme.
Al
principio, cuando nos veíamos, siempre me hablaba de ti. Lo
estupendo que eras, y lo guapo y deportista, inteligente... en fin.
Tenías
que haberle visto cuando le dije que estaba de acuerdo en que eras un
tipo genial, pero que a mí me gustaba él. Sonrió algo violento, no
lo esperaba.
Yo
tuve muy claro desde el principio qué quería, todo, y se lo pedí.
Él,
sonreía halagado, y entonces me contaba que no podía ser, que tenía
novia, que debíamos seguir siendo amigos, que no tenía nada que
ofrecerme, que estaba de vuelta de casi todo y yo tenía por delante
unos años preciosos que debía disfrutar y no malgastar con él.
Pero
a mí me daba igual, yo moría por besarle. Me era indiferente su
novia, su compromiso, su edad y que fuera tu hermano. Yo lo quería
todo, y lo quería ya.
No
entiendo qué haces conmigo.- Le pregunté una de tantas veces.
Yo
tampoco.- Fue la primera vez que subí a un helicóptero, por
supuesto pilotaba él. Me sorprendió la seriedad con la que
contestó.
Eres
un poco masoquista.- Tensé un poco más la cuerda. Mi pasatiempo
favorito era llevarle hasta situaciones límite, sacarle de sus
casillas. Tu hermano, bueno tú lo conoces mejor que yo- Se
equivocaba, era un auténtico desconocido- acostumbra a controlarlo
todo, tanto que a veces parece frío y calculador, aparentemente
nada puede sorprenderle.- O no te gusto nada, nada, nada.- Insistí
coqueta.
¿Qué
quieres Marta?- Preguntó directamente.
Todo-
Contesté desafiante.
Ten
cuidado- Me advirtió cerrándome el paso cuando intentaba
escabullirme.- Estas jugando con fuego y puedes quemarte.
Y
entonces se acercó tanto a mí que pensé que por fin iba a besarme,
pude sentir su respiración y su olor, casi se rozaron nuestros
labios y entonces se apartó con esa maldita sonrisa sarcástica.
El
tiempo jugaba en nuestra contra y prácticamente no pasaba un día
sin que nos viéramos, cinco minutos bastaban.
Marta.
No puedo más- Me dijo- Creo que debemos distanciarnos. Esta
situación se me esta yendo de las manos...
¿Ya
te has cansado?- Lo dije sin pensar, fue lo primero que me vino a la
mente. La lógica me decía que antes o después ocurriría algo así.
Y yo no estaba preparada.
Marta,
yo siempre he querido más- confesó suavemente- y pasa, que hasta
este momento he podido controlarlo, ahora no. Solo tengo una cosa en
mente, y eso además de obsesivo no es bueno. No he cambiado de
opinión, te mereces algo más, lo mejor.
Entonces
providencialmente tuvo un cambio de destino, supongo que lo
solicitaría él, es algo que ha hecho muy a menudo, gracias a esa
posibilidad pudimos pasar juntos tanto tiempo. Por Semana
Santa, yo fui a Londres y estuve con vosotros-
-
Recuerdo esas vacaciones. Lo pasamos bien.
-
Pues yo estaba hecha polvo. Todo había terminado. Se había ido, y
yo moría por besarle...
No
sé cuando regresó, la siguiente noticia que tuve de él fue una
llamada de teléfono la noche de su despedida de soltero.- “¿Estas
sola? Voy a verte”
. Y
el estómago se me encogió, y comencé a temblar, y antes de que
pudiera reaccionar estaba llamando a la puerta. Estaba más guapo que
nunca o a mí me lo pareció, y por fin me besó, y me gustó, fue
mejor que bueno.
¡Dios
no existe!- Sentenció inesperadamente- Le pedí que detuviera el
tiempo y no lo hizo.
No
fuimos conscientes del tiempo que había pasado hasta que apareció
mi hermano, Roberto desayunaba en la cocina cuando se encontró con
él, estaba muy borracho, pero le conoció “Joder, toda la noche
buscándote y estabas aquí ¡anda Que ya te vale!” Cuando
despertó horas después no comentó nada, no porque no recordara,
sino por que prefirió obviarlo.
No
pude por menos que preguntarle si su hermano estaba al corriente de
lo ocurrido.
Jorge
sabe perfectamente que tu hermano pasó aquí la noche, el resto lo
ignora, aunque puede que algo imagine, el día de su boda creo que
nos pilló nuevamente.
Si
vosotros le buscabais, no quiero ni pensar como estaría la “otra”
y él tampoco. Se tomó su tiempo antes de irse, y no se despidió,
solo dijo “Marta, no sé como voy a solucionar esto.”
El
día de su boda fue el peor momento de mi vida, solo superado por la
muerte de mi padre. No tuve que fingir estar enferma para no asistir,
realmente lo estaba. Todo lo que comía lo vomitaba. No soportaría
ver como se casaba con otra, porque si algo tenía claro es que se
casaría con ella.
Como
era muy evidente para todos que no me encontraba bien, me inventé un
novio y una ruptura un tanto traumática.
Después
de verano marché a Alemania. Mi madre me dijo que Rober andaba por
allí en un curso... cuando le oí al teléfono todo volvió, el
dolor, la angustia, los nervios, y finalmente él, con gesto
preocupado. Recuerdo que llovía aguanieve y que hacía mucho frío.
Cuando se terminaron las preguntas típicas y los recados que debía
transmitirme, un espesó silencio se sentó entre nosotros en aquel
café. Era la primera vez que nos veíamos desde aquella noche.
Después de pasar largo rato rehuyendo su mirada me volví hacia él,
le miré y sonreí, Y la vida volvió a ser un carrusel, y volvieron
los besos y las caricias tan dolorosamente deseadas.
Tu
hermano siempre fue sincero conmigo, nunca me vendió humo ni me dijo
nada que no fuera cierto. Yo acepté lo que me proponía sabiendo el
riesgo que corríamos, y me entregué sin condiciones. Él, a su
manera, también lo hizo.
Se
ausentó un instante y regresó con una fotografía. Me la enseñó.
Eran ellos dos sentados sobre una roca de un acantilado, Roberto
situado tras ella la abrazaba, miraban al horizonte, el viento les
alborotaba el cabello. Eran una pareja normal, parecían felices. Me
llamó la atención la expresión serena de mi hermano. La fotografía
no tendría más de tres años, cuatro como mucho, Marta aun llevaba
el pelo largo.
Tenía
un montón de preguntas que hacer y no sabía por donde empezar.
-
Cuando le vi en aquel hospital me temblaron las piernas. Es curioso,
toda su vida jugándosela por ayudar a los demás y una caída de la
moto le lleva a estar inmovilizado y con pronóstico reservado.
Mientras
él ande por aquí todo tiene sentido, aunque no estemos juntos.
-
¿Qué sentiste al ver a su novia?
-
¿Qué voy a sentir?- Preguntó distraída- Tu hermano hace con su
vida lo que quiere. No estamos juntos, pero me dolió- Confesó
finalmente.
Siempre
que lo dejábamos volvía a buscarme.
Estuvo convencido de que lo podía controlar, que las cosas ocurrían
porque quería.
Nunca le pedí que eligiera entre su mujer y su hija, o yo.
No
es que estuviera conforme con la relación a dos bandas era
consciente de que ellas pesaban más y temía perderle. Por tercera
vez llegamos a un punto sin retorno, ambos estábamos muy cansados.
Le comenté que un compañero de trabajo me había invitado a salir y
que iba a aceptar.
No
le gustó nada- Charly sonrió reconociendo en esa reacción a su
hermano- no entendía que quisiera salir con otra persona, que me
gustara saberme deseada y que quisiera ir a cenar libremente a
cualquier restaurante, sin esconderme de nadie.
Vivir como personas normales.
Cuando estuve trabajando en Lanzarote, de esa época es la foto, se
las arregló para conseguir un nuevo traslado a Tenerife. Vivimos
juntos. La gente con la que entablamos amistad, tanto sus compañeros
como los míos, nos conoce como pareja.
En
seis meses viajó a la península dos veces, una de ellas por
Navidad, pero Lidia solo fue a verle con la niña en una ocasión.
Nunca he comprendido esa dejadez. Fui yo, pero podía haber sido
cualquier otra. Nunca tenía tiempo para él. Ni le preocupaban sus
idas y venidas, tu hermano gozaba de una libertad infinita.
Yo
no.
Vivía supeditada a sus horarios.
Es
doloroso saber que das más de lo que recibes.
Necesitaba más.
Respirar.
Quizá
salir, relacionarme con otras personas.
No
lo permitió, no dejó ni que terminara de planteárselo. Esa misma
noche habló con Lidia y le dijo que se marchaba de casa. Le contó
la existencia de otra persona y no sé que más.
Pero yo necesitaba tiempo y él me lo concedió. Supongo que se cansó
de esperar una llamada que no hice nunca. Deseaba fervientemente que
me buscara. No supe interpretar su gesto, no fui capaz de
reconocerlo. Lo dejaba todo por mí. Pero ya era demasiado tarde...
Volví
a verle en el funeral de mi padre y un tiempo después en el
hospital.
Me
duele que haya sido capaz de rehacer su vida y yo siga en “stand
by”- comentó con una sonrisa amarga en los labios- Primero pasé
por una etapa de promiscuidad absoluta, tenía que recuperar el
tiempo perdido; después vino el vacío.
- No
ha rehecho su vida- aclaró- Ella es nada.- Y no se por qué sintió
necesidad de consolarla.
La
contempló en silencio durante un instante. Marta pensativa evitaba
mirarle.
-
¿No quieres verle nuevamente?
-
Déjalo estar.
- Él
dice lo mismo. Teméis un rencuentro, por algo será.
-
Por pudor, supongo. Sabemos demasiado el uno del otro y no estamos
muy orgullosos de lo que ocurrió. En más de una ocasión estuvo a
punto de contártelo, no lo hizo para no herirte.
-
Será eso- admitió disconforme intuyendo que la conversación había
terminado.- Aun no es tarde. Puedes llamarle, mi hermano nunca
rechaza una partida de billar.
Estoy
intentando recordar qué pasó en la boda de Jorge.
Mi
hermano estaba de un humor espantoso, muy irascible, pero no sé. Tu
fuiste acompañada, si, el arquitecto que diseñó este hotel.
- Mi
hermano me pidió algo que estaba en la suite que tenían en el
hotel, fui a buscarlo y Rober que estuvo muy atento, salió detrás
de mí.
Sin
tomar ninguna precaución subió conmigo en el ascensor. Tenía un
ataque de celos tremendo. Como estábamos enfadados no sabía muy
bien como interpretar su reacción, pero estaba encantada.
Tu
hermano siempre me ha considerado de su propiedad, y no concebía que
fuera de otra manera. Él vivía con Lidia con la que acababa de
tener una hija, concebida mientras todavía estábamos juntos, y yo,
que no tenía compromisos con nadie, no podía salir con ese
“niñato”.
Entramos
juntos a la habitación, donde dio rienda suelta a su estupendo
cabreo. Nunca le había visto así, y la prudencia me decía que era
mejor callar y dejarle desahogarse, no era contra mí, estaba
enfadado consigo mismo.
Él
no es mejor que yo- Dijo una vez se hubo serenado acercándose a mí
insinuante, ahora la enfadada era yo, y mientras él se aproximaba yo
levanté la rodilla golpeándole levemente la entrepierna para evitar
su acercamiento, a él no le pareció tan leve el golpe, - sonrió-
pero fue peor. Con un brusco movimiento me inmovilizó contra la
pared.
“¿Qué
ocurre? ¿Lidia ya no es tan maravillosa? ¿Buscas en mí lo que ella
no te da?- Quería enfurecerle más.
Di
que no quieres y me iré- contestó suavemente sin dejar de mirarme,
rozándome con su cuerpo”
Pero
yo si quería, ¡claro que quería! Le dejé hacer una vez más,
jugando a su juego, con sus propias reglas. Cuatro plantas más abajo
trescientas personas celebrando un banquete, y nosotros ajenos a
todo. Fuimos demasiado lejos. Cualquiera pudo sorprendernos. Tus
padres, los míos, su mujer, todos estabais allí y no imaginabais lo
que estaba ocurriendo.
“Por
qué no aprovechas la ocasión y me das ante todos el sitio que
merezco. Entra conmigo en el salón, acaba con esta situación, tú
eres el único que puede hacerlo, se honesto con tu mujer, contigo
mismo, y ya de paso conmigo.”
Marta,
no es el momento. Hablaremos de ello otro día.
La
querrás mucho- ironicé- pero folláis poco.
Por
supuesto, estoy muy ocupado follando contigo.- Dijo terminando de
vestirse.
Recompuse
mi imagen como pude y fui en busca de mí hermano, nos encontramos
con él al salir del ascensor. Nos miró y movió la cabeza,
incrédulo.
Jamás
hemos hablado de ello. Para qué, si yo ya sabía que iba a decirme.
A veces pensé contárselo a alguien, pero a quién, todos mis amigas
estaban demasiado involucradas, nos conocemos desde pequeños y
nuestras respectivas familias mantienen a su vez una relación de
amistad. Si lo contaba, tarde o temprano terminaría trascendiendo.
Ha pasado el tiempo y esto es como una bola de nieve imparable, ahora
iras a hablar con Jorge, le contaras lo que sabes, y así uno tras
otro. Hasta que se entere mi madre y le dé un disgusto de muerte,
porque a todos los efectos, yo me entrometí en una pareja y soy la
causante de su ruptura.
Durante
muchos meses esperó a que Roberto volviera, era muy consciente de
que le había pedido tiempo, pero deseaba que por una vez no lo
respetara. Quería que fuera a buscarla, quería saberle entregado y
sentirse ganadora. No lo hizo. Y ella fue incapaz de ponerse en su
lugar.
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