viernes, 15 de julio de 2016

7- El tiempo, juez inexorable

Pasó el verano y el otoño, y todos retomaron el control de sus vidas. Charly, vivía con Sara, una médica pediatra con la que llevaba varios meses de relación, y a quien nunca contó esa historia.
Y Roberto, tuvo un nuevo cambio de destino que le llevó una vez más a Tenerife donde llevaba varios meses residiendo.
Tampoco entre ellos volvieron a tocar ese tema, la relación de hermanos volvió a ser normal.

Desde recepción la comunicaron la visita. Pero no podía ser cierto, sin duda lo entendió mal. ¿Qué iba a hacer Roberto allí? Se trataría de otra persona. Por si acaso se cambiaba de ropa precipitadamente, sin saber qué iba a ponerse. Cinco pisos no son muchos y él llegó antes de que ella hubiera decidido qué ponerse.
Oyó como la llamaba desde el salón, y no había error posible, era él.
- ¿Qué?- Apareció ante él descalza, vestida con unos vaqueros y una sudadera
- ¿Qué te trae por aquí?- Preguntó intentando parecer lo más natural posible y sacando a Roberto de su ensimismamiento. Dudó, y no supo si besarle para saludarse.
Intentaba mostrarse serena, respirar profunda y pausadamente para controlar la situación, pero tenía la mente en blanco, no sabía ni qué hacer, ni qué decir....
Se aproximó hacia él, que de espaldas a ella miraba al mar a través del ventanal.
- ¡Me habían dicho que era fantástico, pero no lo imaginaba así! ¡Es espectacular!
¡Parece que al verme hubieras visto al mismísimo demonio!
No quería asustarte. Además en recepción te avisaron...
- Lo sé, pero no lo creía.
Pensé que sería un error.
Eres la última persona a la que imaginé ver por aquí.
Agua fue lo único que quiso tomar. Se quitó el abrigo y lo dejó sobre una silla. Parecía no tener prisa y Marta temblaba de impaciencia.
- ¿A qué has venido?- Preguntó finalmente.
- Pasaba por aquí- dijo sonriendo.
- No te has complicado buscando una excusa creíble. Estuviste todo el verano pasando por la puerta y no se te ocurrió subir.
¿Ves esa casa de ahí? Pues es la de tus padres.
- ¡Vaya control del vecindario!- Y juntos salieron a la terraza y comenzaron a ubicar las casa de sus conocidos y amigos, y a preguntarse por ellos, a intercambiar noticias.
- ¿Y de nosotros Marta? ¿Qué pasó con nosotros?
- No viniste a buscarme- contestó en un susurro orientando la cara hacia el mar para que la golpeara el viento húmedo y salino.
- ¡Me pediste tiempo!
-Estaba asustada, yo no sabía que ibas a dejar a Lidia, no me consultaste.
- Era lo que deseabas.
- ¡Necesitaba respirar! Echarte de menos.
- Te estaba perdiendo...
- ¿Y por eso lo precipitaste todo?
- ¡Marta, ya no podía más!
- ¿Por qué no volviste?
¡Me pediste tiempo!
- ¿Y desde cuando tenías en cuenta algo de lo que te pidiera? Debiste buscarme, y no hacerme sentir culpable- Gritó
- ¿Y tu por qué no lo hiciste?
- Lo intenté- Sollozó- Pero tú ya tenías una nueva novia, y parecías no acordarte de mí.
Habías rehecho tu vida y yo no, seguía pendiente ti.
- Marta, sabes que siempre serás lo primero... - Intentó calmarla.
- ¡Y una mierda lo primero!
Yo siempre sería “la otra”, la que se cargó tu matrimonio, la que rompió tu noviazgo... Nunca me hiciste sentir lo contrario.
Si rompiste con todo por mí, ¿por qué no volviste a buscarme?
Era mejor dejarme al margen de tu vida y conseguir un buen acuerdo de divorcio, vale, lo entiendo, ya era bastante difícil por sí solo, ¿y después?
¿Después? Nada.
Iniciaste una nueva vida dejándome fuera de ella.
Al menos podías habérmelo dicho, lo habría agradecido.
- Lo siento.
Estaba cansado, y necesitaba pasar un tiempo solo, notar aire a mí alrededor.
Estaban sentados, en el suelo de la terraza, muy juntos, apoyando la espalda contra la pared. Hacia frío, pero ninguno de los dos quiso moverse. Cuando Marta giró la cabeza para mirarle, Roberto tenía los ojos cerrados y respiraba pausadamente. Llevaba el pelo muy corto. Extendió la mano hacia él y acarició su rostro, moreno y varonil. Él abrió los ojos y la besó la mano.
- Siempre tuve la sensación de que el control de nuestra relación era ajeno a nosotros. Algo, un no sé qué, marcaba el ritmo, y que independiente a nuestros deseos nos colocaba en un lugar u otro, juntos o separados. Quizá confié en eso, en el azar que tantas veces nos hizo coincidir con anterioridad. Esta vez no funcionó. Soy consciente de todos los errores que he cometido y ya me he flagelado bastante. Estoy harto.
Toma- la entregó un sobre bastante abultado que sacó de su mochila- Este es el motivo por el que la elegí a ella y no a ti.
Fotos y más fotos de ellos dos en diferentes lugares. Instantes que compartieron ajenos al objetivo del fotógrafo. En Lanzarote entrando y saliendo de la casa que compartían, en la playa, en el coche, haciendo deporte… Ese informe era el resultado de varios años de seguimiento.
Le miró sin comprender. Leyó parte del escrito que acompañaba las imágenes.
- ¿Sabías que existía? ¿A quién…?- Miraba una y otra vez las fotos sin entender.
- Periódicamente mi padre me hacía llegar un breve resumen de nuestras andanzas por el mundo.
- ¿tu padre?- estaba muy sorprendida, sin saber qué pensar, ni qué decir.
- No puedo darte ninguna explicación. Yo tampoco lo entiendo. Me parece de un sadismo y una maldad insanos. Impropio de un padre hacia su hijo.
Siempre que recibía uno de estos informes me prometía a mi mismo que acabaría con todo, entonces te dejaba para pasado un tiempo volver, ¿qué te voy a contar qué no sepas?
Pues resulta que ahora, después de todo eso, me ha entregado el dossier completo junto con las llaves de una casa en una urbanización fantástica y exclusiva, así, de regalo de Navidad.
Supongo que se ve viejo y se sabe más solo que la una.
Mi madre se ha ablandado y le invitó a comer a cambio de que arreglara las cosas conmigo. Menudo numerito se ha montado el tío: ”Quiero pedirte perdón delante de tu madre y tu hermano” y de la sosa de su novia, otro que se piensa que me la voy a ligar o yo que se, no deja ni que le dirija la palabra…
- ¿Te ha explicado por qué lo hizo?
- No. Dice que no lo sabe. Que no entiende qué se le pasó por la cabeza...
Por demostrarme que podía controlar mi vida aunque yo creyera lo contrario.
Para que valorara lo generoso que había sido permitiéndome elegir a lo que dedicarme cuando debía haber sido su sucesor, su mano derecha…
Por maldad. Eso es lo que yo creo.
Marta le conocía lo suficiente para saber que la cosa no había terminado ahí. Estaba enfadado y confundido.
- Todos mirándome, esperando una reacción, apreciando el gesto de mi padre...Y no se qué me ha pasado...sacan lo peor de mi – se lamentó frotándose la cara – Y sin medir las consecuencias, ni el daño a terceros, le he preguntado si mis hermanos serían mis vecinos en esa urbanización donde no puedo permitirme vivir porque soy un funcionario del estado y mi sueldo no da para tanto, y menos después de un divorcio tan difícil en el que he perdido hasta la dignidad, bueno esa la perdí con anterioridad. - Se quejó con amargura - Pues eso, como no tenía nada que perder...Sonia no es mi novia, nunca lo ha sido. Es mi hermana. Mi padre tuvo una relación con su secretaria y fruto de esa pasión nació una niña. Lo descubrí hace muchos años ¿Te acuerdas del Cortijo Grande? Habíamos subido con las motos de cross con intención de hacer la ruta del agua por la sierra cuando vi el coche de mi padre estacionado junto a la puerta de un chalecito de los que hay junto al campo de golf, mire con curiosidad y allí estaba él, en el jardín, jugando a la pelota con una niña que no debería tener mas de cinco años mientras Luisa les observaba sonriendo ¡Pobre mujer! Murió hace unos años y entonces fue cuando busqué a mi hermana, era tan pequeña, y estaba tan desprotegida...Ni siquiera lleva nuestro apellido.
¡Qué asco me da todo! ¡Qué asco me doy a mi mismo! He terminado haciendo lo mismo que él, siendo como él. He jodido mi vida y la de todos los que en algún momento me habéis querido...No me soporto.
El novio de Sonia es policía local y estaba de servicio cuando tuve el accidente por eso se enteró y fue al hospital. En el último momento le faltó valor y se hizo pasar por mi novia.
Ahora no me habla nadie, están todos enfadados. ¡Putas Navidades! No traen nada bueno.
Deberías hablar con tu madre, lo saben demasiadas personas y ya no lo puedo controlar.
Y lo peor de todo es que no me siento mejor, ni siquiera liberado. Pesa, pesa mucho. Siento mucha ira. Te juro que me encantaría no haber despertado...
- No digas eso- Se acercó y sujetó su mano. Se miraron y por primera vez en mucho tiempo se reconocieron. - No te preocupes por mi, voy a estar bien. Mi madre ya lo sabe, hablé con ella después de la visita de Charly, aun esta conmocionada pero lo superará. Supongo que poco a poco irá encajando piezas y completando el puzzle como han hecho todos.
Les bastó mirarse para saber que ellos a su vez habían cerrado el circulo. Percibieron la magnitud de lo que sentían el uno por el otro y que ni el tiempo ni la distancia consiguieron alterar ni mitigar. Seguía presente, latiendo de modo intenso y descarnado. Que poco a poco, con el paso del tiempo, dejaría de doler y estarían preparados para pasar página.
Lloró amargamente hasta quedarse dormida. Atrás quedaban la decepción y la vergüenza, la frustración. El anhelo de lo que pudo haber sido y no fue. El recuerdo de lo vivido. Lo que fueron y en lo que se han convertido. No volvieron a verse, esta vez el azar jugó en su contra llevándose a Roberto muy lejos. Ya nada volvió a ser igual. Se rompió en la despedida, invirtió mucho tiempo y dedicación en recomponerse , pero una parte muy importante de su ser continua viajando por toda la costa a bordo de un helicóptero de Salvamento Marítimo.









6- Todos menos yo

Jorge quiso zanjar la situación a puñetazos, completamente fuera de lugar.
- ¿Te pegaste con mi hermano?- Preguntó incrédulo.
- Algo tenía que hacer. Se estaba tirando a mi hermana.
- ¿Y qué tal hablar con él?
- No lo permitió. Se puso chulo y le di.- Sentenció
- ¿Y él que hizo?
- Al principio protestar, decir que estaba loco, después me la devolvió.
No hemos vuelto a hablarnos.
Por eso no fui al hospital.
- ¡Vaya par de trogloditas! ¡Vivo rodeado de chiflados!
- Para qué iba a preguntar, si lo había visto.
Y además él lo iba a negar.
- Pues no sirvió de mucho, siguió tirándosela.
Su amigo le replicó encogiéndose de hombros, parecía tenerlo completamente superado.
- Lo que no entiendo es por qué coño no están juntos.
Les debe ir el rollo clandestino.
No me mires así. Estas haciendo un mundo de algo que a ti ni te va ni te viene.
¡Que hijo puta! Toda la noche buscándole y el tío en mi casa, recién duchado y desayunando tan tranquilo.- rió- Hay que echarle cojones.
Con el pedo que llevaba ni me acuerdo de lo que le dije, me fui a dormir.
De verdad que pensé contártelo, pero cómo te lo decía, te iba a doler.
Al principio no me molestó, tu hermano demostró tener buen gusto, mi hermana es la caña, y además Lidia me caía fatal, tan perfecta... Pero cuando pasó el tiempo y todo estaba igual..., no sé, perdí los papeles.
Tengo grabada en el recuerdo la expresión de tu hermano saliendo del ascensor el día de mi boda, por un momento pensé que iban a entrar al salón de la mano, tenía la cara desencajada. Se miraron a los ojos, ignorándome, y volviendo cada uno a su papel. Con esa mirada me lo dijeron todo, supe que entre ellos no había sitio para nadie más, que no era un rollo esporádico y que ambos sufrían.
La presión a la que ha estado sometido Roberto no se la deseo ni a un enemigo. Tu padre impone. Y Lidia, y su familia, porque él se casó con la familia al completo. Fue un matrimonio de conveniencia. No pongas esa cara.
Llegar a ser médico cuesta mucho, si, no hace falta que lo jures.
¿A parte de tus estudios de medicina, de esa época recuerdas algo más?
Tu padre chantajeó a tu hermano para conseguir que se casara cuando no quería hacerlo.
¡Joder Charly, que corto eres! - Exclamó al observar su expresión de incredulidad.
Tu padre amenazó a tu hermano con hacer público el nombre de la persona con la que se veía.
Tu imagínate que escándalo si se llega a saber.
¡En nuestras familias esas cosas no pasan!- Ironizó- Lo sé, porque después de pegarnos, hablamos, por última vez, hasta el momento.
Tu hermano puede ser cualquier cosa menos un cobarde, eso te lo aseguro. Y sé que no mentía. Lloraba mientras me lo contaba y era la primera vez que hablaba de ello. Él no podía saber cuánto iba a durar esa relación, y no podía permitir que trascendiera, en primer lugar por ella, y después por los demás, mis padres, los tuyos, sus amigos, el círculo social...
Esos líos de cama, en familias bien, existen, pero se ocultan.
Tu padre es un capullo que se ha follado a todo lo que se mueve que llevara falda ceñida y zapatos de tacón, pero un padre ejemplar y respetado, de misa semanal, ha hecho una desgraciada a tu madre, en apariencia no la ha faltado de nada, y le ha faltado todo.
Además sabes que mi familia no estaba bien vista por ser militantes de un partido de izquierdas, y que además mi padre y el de Lidia eran socios en algún negocio, y saber eso de mi hermana les hubiera hecho mucho daño. 
- ¿Tu habrías hecho lo mismo?
- ¿Yo?, Claro que no hubiera hecho lo mismo, a mí, mi padre jamás me habría chantajeado.- contestó tajante.- Además, hay que reconocer que Marta es mucha Marta, a ti te lo voy a contar ¿verdad?
Olvídalo ya. Aquello pasó. Es imposible saber si se quieren o no.
- Yo no entiendo nada, pero presencié la reacción de mi hermano en el hospital, se convirtió en otra persona. Solo alguien a quien se ame y desee profundamente puede hacerte reaccionar así.
Me han dicho de mil formas diferentes que no me meta, que no es mi vida.
Y es lo que pienso hacer.
- Puede que estemos equivocados y que realmente entre ellos no quede nada...
¡Sería una pena, pero la vida es así, esta llena de desencuentros.
- Podías hablar con tu hermana- Miró de reojo a su amigo- Contarle lo que me has dicho. Ella debería saberlo.
- Si Roberto quisiera que lo supiera ya se lo habría contado, ocasiones tuvo. No, no debo entrometerme, los dos son adultos, no es mi vida.
- Es la de tu hermana, algo conocida te resulta.
- Pues por eso, por que es la de mi hermana, no la mía. Cuando se enrolló con él no me pidió consejo, y conocía perfectamente la situación personal de tu hermano. No creo que él la engañara, aquí nos conocemos todos, y Robe y Lidia eran pareja desde siempre.
No podemos obligarlos a nada. ¡Charly! Es mejor no intervenir. A mí me molestaría que se metieran en mi vida. Ellos sabrán qué tienen que hacer.
Además, me siento mal hablando de su vida a sus espaldas. Ella es mi hermana, y Robe me cae bien.
- Pues te recuerdo que os pegasteis.
- Ya pero yo no se lo tengo en cuenta, y él a mí tampoco, seguro.
Además, yo nunca he sido un tipo muy sociable... Y es famoso mi mal carácter.


5- Nunca es lo que parece

Lidia seguía siendo hija de un socio de su padre, que a su vez era socio del padre de Marta en otros negocios, y la ruptura del matrimonio iba acompañada de presiones familiares. Su padre dejó de dirigirle la palabra, y su madre no entendía qué estaba ocurriendo. Lo hizo en el peor momento, su hija acababa de nacer, pero él había aguantado hasta estar al límite. Si antes contaba poco para su mujer, desde el nacimiento de la niña le dio completamente de lado. Lo que en cualquier pareja se habría solucionado con un poco de paciencia, a ellos terminó por distanciarles.
A nadie le negó la existencia de una tercera persona, pero ninguno hubiera adivinado de quién se trataba. Aguantó como pudo los envites familiares. Por supuesto si su matrimonio no estaba formado por la pareja, tampoco lo estuvo la separación ni el divorcio, intervinieron ambas familias, y él fue el peor parado. El infiel. Culpable de haberse enamorado de otra mujer, de haber querido conciliar ambas vidas. En realidad siempre la faltó el valor suficiente para enfrentarse a su padre, finalmente fue un choque de trenes.
- ¿Era necesario que nos arruinaras la vida a todos?
- Déjame en paz, esto no tiene nada que ver contigo.
Solo hice lo que tú me aconsejaste... siento que saliera mal.
- No te importa ni tu hija, eres un descastado.
- ¿Y tu? ¿Qué eres tú? ¿A quien quieres engañar?
- ¿Qué estas insinuando? ¿Tienes algo que reprocharme?
Te lo he dado todo.
Ningún hombre de nuestra familia ha abandonado a su mujer y a su hija.- Su padre iba alterándose cada vez más.
Es una vergüenza. Mi hijo mayor eludiendo sus responsabilidades.
- ¿De qué estas hablando? Yo no eludo nada.
- Eres un cobarde.
Vete de mi casa, no mereces que su techo te cobije.

Y ahí fue cuando intervino mama plantándole cara, esa era también su casa, y todavía no había nacido la persona que se atreviera a echar de ella a un hijo suyo, aunque fuera un asesino.
Este tiempo que he vuelto a estar junto a ella he conocido a una persona diferente. Hemos hablado mucho, incluso de papá, y me fascina su visión del mundo, su perspectiva de la vida. Es una fantástica amiga.
- ¿Acabas de descubrir a mamá?
- Te parecerá una idiotez. Pero he descubierto a la mujer que hay dentro de ella, y no es diferente a las demás, siente, ama y desea.
- ¿Habéis hablado de sexo?
- No de manera explícita, si hemos hablado de lo que acompaña al sexo y de lo que significa para las personas.
- ¡Vaya! ¿Y no has sentido pudor?
- Un poco.
- ¿Le has contado lo tuyo con Marta?- Preguntó intentando parecer natural.
- No hizo falta, lo sabía.
Iban juntos en coche, camino del hospital a la que presumían seria la última revisión médica.
-¿Qué harás cuando te quiten el yeso y tengas el alta médica?
- Volver al trabajo, comprarme una moto nueva... voy a quedarme en casa de mama todo el verano, así cuando tenga a la nena estarán juntas. Se lo debo.
- Dentro de dos semanas doy una fiesta en mi nueva casa, de inauguración puede decirse.
También aprovecharé para presentar a Sara.
- ¿Vais en serio?- Preguntó sin mirarle.
- Vamos a vivir juntos.
- ¡Es curioso que no la conozcan tus amigos!
- Todos no, no tengo demasiado tiempo para hacer vida social -Pareció algo irascible.
- ¿Te va a durar mucho tiempo?
- ¿Qué?
- El enfado, qué si va para largo.
- Si estuviera enfadado no te invitaría a la fiesta.
- ¡Ah, que me estas invitando!- Sonrió irónico- Gracias.
- Pero tengo que advertirte que también he invitado a Marta, no quiero que luego pienses que te he preparado una encerrona.
No puedo confirmarte si asistirá o no, es impredecible, y todo lo que huele a ti le espeluzna.
Roberto rió sarcástico.
- Seguramente.
No has podido evitarlo, has ido a verla.
¡Qué infantil!- Cabeceó suavemente, incrédulo.
- ¿Cómo lo haces?- Le preguntó su hermano.- No lo entiendo. Explícame cómo haces para que después de todo hable bien de ti. Es paranormal.
- ¿Después de qué, Charly? - desafió- creo que no nos has escuchado a ninguno de los dos.
Desde el principio te dije que no era lo que parecía...
- ¡Ya, ya!- Cortó molesto- No me sermonees, si me da igual, es problema vuestro.
¿Vas a venir?
A la fiesta- Aclaró innecesariamente.
- No lo sé, dependerá de sí tengo guardia o no.- Le brillaban los ojos- si no voy será por el trabajo, no por temor a encontrarme con Marta.
Excusa no pedida...
- La invitación también incluye a tu novia.
- Sabes que no tengo novia.
- ¡Que desastre de vida!
- ¡Mira quién habla! Vive con su novia y no la conocemos.
- Por si me la quitas otra vez.
- ¿Otra vez dices? ¿Cómo?- Se burló.- ¿Eso es todo lo que te pasa?
Pues has de saber que son celos.
- Bueno ¿Y qué?
- Nada, pero son absurdos.
- ¿Y qué quieres? No puedo evitarlo. El mero hecho de imaginaros juntos me enciende.
Pues no nos imagines.
- Y no lo hacía hasta que vi la foto. Hasta ese momento, si bueno, tú no tenías por qué mentir, pero no me hacía a la idea.
- ¿Y por eso nos has invitado a los dos a tu fiesta?
¿Qué crees que va a pasar si coincidimos?
- Dímelo tú.
- Estás enfermo, hermano.
Olvídate de ella, nunca fue para ti. No era tu chica.
Siento que te haya causado tanto daño.
- Me ha dolido más ser el último en enterarme, que ni tu, ni Marta, ni tan siquiera Jorge, me contarais nada.
Roberto se movió incómodo en el asiento. Su reacción le dio a entender que Jorge no permaneció impasible ante esa relación. Esperó algún comentario al respecto, pero su hermano guardó silencio, mirando hacia la calle a través de la ventanilla.
- Tengo la sensación de haber vivido una vida distinta- Añadió.
- Por supuesto, la tuya- Aclaró sin mirarle- Esa de la que hablas pertenece a otras personas, que ni quisieron, ni quieren que participéis en ella.

Después de este comentario no le sorprendió ver que ninguno de los dos asistiera a su fiesta. Le daba morbo presenciar el rencuentro y al fin y al cabo su hermano tenía razón, qué esperaba encontrarse.

4- Buscando respuestas

Finalmente Charly fue en busca de Marta, tenía que hablar con ella. Necesitaba conocer su versión. Imaginaba que ella no estaría dispuesta a contar nada, pero debía intentarlo. No le parecía que estuviera enfadada con él como su madre le insinuó, o al menos lo disimulaba muy bien. Tampoco preguntó por Robe. Subieron juntos hasta el ático del edificio, donde ella ocupaba una suite.
Una vez terminó su formación y con un gran esfuerzo por parte de la familia, reabrieron el Hotel que su padre construyó y ella se puso al frente de la dirección del proyecto.
Se sentaron en la terraza abierta al mar y con piscina privada. La encontraba diferente. Como si hubiera crecido de pronto. Se dio cuenta de que hasta ese momento la había visto con la mirada de los dieciséis años, y que ya no tenía mucho sentido que le pidiera explicaciones sobre el modo de vivir su propia vida.
-¿Quieres cenar conmigo?- La oyó preguntar. Sin esperar respuesta la vio encargar la cena mediante una llamada de teléfono. Al fin y al cabo ella era la directora y medio propietaria. Puso un CD de Carlos Santana, preparaba el ambiente como si intuyera el motivo de su visita.
- No me creerás, pero no he comido en todo el día. No he tenido tiempo, y tengo un hambre de lobo- dijo sentándose en una tumbona y dejando sobre la mesa una botella de agua y la cerveza que él había pedido.
Era realmente una mujer atractiva. Le sorprendía encontrarla tan bien. Esperaba otra cosa. Quizá encontrarla desamparada y hundida. Parecía feliz. Cenaron comentando aspectos de la vida de ambos y de sus respectivas profesiones. Fue ella quien, ante una taza de café abordó el tema.
- Para ser tan curioso has tardado mucho tiempo en venir.
Sonrió sabiéndose descubierto.
- Lo siento. Estaba tan impresionado que no sabia que decirte.
- No es para tanto, solo fui a verle al hospital, no le he dado un riñón ni nada parecido.- Rió queriendo quitar importancia a lo sucedido.
La reacción de Roberto planeaba entre los dos, sin que ninguno se atreviera a mencionarla.
- He hablado con mi hermano- Confesó finalmente. Marta no le miró, ni expresó emoción alguna, continuó mirando al mar.- Me ha contado algunas cosas que la verdad... no sé si creer.
- ¿Algunas cosas?- Preguntó a la defensiva.- ¿Qué cosas?
- Que te quiso más que a su propia vida.
¿Es cierto? ¿Tuviste un lío con mi hermano?- Intentó eliminar cualquier resto de reproche en su voz.
Marta se movió molesta evitando mirarle.
- ¿Te ha dicho que tuvimos un lío?- Quiso parecer sarcástica.
- No, eso lo digo yo.
Parecía costarle trabajo hablar sobre ello. Miraba ausente al horizonte. Era curioso pero los dos habían tenido la misma reacción, y ambos escogían las palabras para no dejar en mal lugar al contrario.
- Tu hermano y yo tuvimos una relación, con sus altos y bajos.
Y de nuevo un silencio denso.
- No he podido volver a enamorarme.
Al principio, cuando nos veíamos, siempre me hablaba de ti. Lo estupendo que eras, y lo guapo y deportista, inteligente... en fin.
Tenías que haberle visto cuando le dije que estaba de acuerdo en que eras un tipo genial, pero que a mí me gustaba él. Sonrió algo violento, no lo esperaba.
Yo tuve muy claro desde el principio qué quería, todo, y se lo pedí.
Él, sonreía halagado, y entonces me contaba que no podía ser, que tenía novia, que debíamos seguir siendo amigos, que no tenía nada que ofrecerme, que estaba de vuelta de casi todo y yo tenía por delante unos años preciosos que debía disfrutar y no malgastar con él.
Pero a mí me daba igual, yo moría por besarle. Me era indiferente su novia, su compromiso, su edad y que fuera tu hermano. Yo lo quería todo, y lo quería ya.
No entiendo qué haces conmigo.- Le pregunté una de tantas veces.
Yo tampoco.- Fue la primera vez que subí a un helicóptero, por supuesto pilotaba él. Me sorprendió la seriedad con la que contestó.
Eres un poco masoquista.- Tensé un poco más la cuerda. Mi pasatiempo favorito era llevarle hasta situaciones límite, sacarle de sus casillas. Tu hermano, bueno tú lo conoces mejor que yo- Se equivocaba, era un auténtico desconocido- acostumbra a controlarlo todo, tanto que a veces parece frío y calculador, aparentemente nada puede sorprenderle.- O no te gusto nada, nada, nada.- Insistí coqueta.
¿Qué quieres Marta?- Preguntó directamente.
Todo- Contesté desafiante.
Ten cuidado- Me advirtió cerrándome el paso cuando intentaba escabullirme.- Estas jugando con fuego y puedes quemarte.
Y entonces se acercó tanto a mí que pensé que por fin iba a besarme, pude sentir su respiración y su olor, casi se rozaron nuestros labios y entonces se apartó con esa maldita sonrisa sarcástica.
El tiempo jugaba en nuestra contra y prácticamente no pasaba un día sin que nos viéramos, cinco minutos bastaban.
Marta. No puedo más- Me dijo- Creo que debemos distanciarnos. Esta situación se me esta yendo de las manos...
¿Ya te has cansado?- Lo dije sin pensar, fue lo primero que me vino a la mente. La lógica me decía que antes o después ocurriría algo así. Y yo no estaba preparada.
Marta, yo siempre he querido más- confesó suavemente- y pasa, que hasta este momento he podido controlarlo, ahora no. Solo tengo una cosa en mente, y eso además de obsesivo no es bueno. No he cambiado de opinión, te mereces algo más, lo mejor.
Entonces providencialmente tuvo un cambio de destino, supongo que lo solicitaría él, es algo que ha hecho muy a menudo, gracias a esa posibilidad pudimos pasar juntos tanto tiempo. Por Semana Santa, yo fui a Londres y estuve con vosotros-
- Recuerdo esas vacaciones. Lo pasamos bien.
- Pues yo estaba hecha polvo. Todo había terminado. Se había ido, y yo moría por besarle...
No sé cuando regresó, la siguiente noticia que tuve de él fue una llamada de teléfono la noche de su despedida de soltero.- “¿Estas sola? Voy a verte
. Y el estómago se me encogió, y comencé a temblar, y antes de que pudiera reaccionar estaba llamando a la puerta. Estaba más guapo que nunca o a mí me lo pareció, y por fin me besó, y me gustó, fue mejor que bueno.
¡Dios no existe!- Sentenció inesperadamente- Le pedí que detuviera el tiempo y no lo hizo.
No fuimos conscientes del tiempo que había pasado hasta que apareció mi hermano, Roberto desayunaba en la cocina cuando se encontró con él, estaba muy borracho, pero le conoció “Joder, toda la noche buscándote y estabas aquí ¡anda Que ya te vale!” Cuando despertó horas después no comentó nada, no porque no recordara, sino por que prefirió obviarlo.

No pude por menos que preguntarle si su hermano estaba al corriente de lo ocurrido.

Jorge sabe perfectamente que tu hermano pasó aquí la noche, el resto lo ignora, aunque puede que algo imagine, el día de su boda creo que nos pilló nuevamente.
Si vosotros le buscabais, no quiero ni pensar como estaría la “otra” y él tampoco. Se tomó su tiempo antes de irse, y no se despidió, solo dijo “Marta, no sé como voy a solucionar esto.”
El día de su boda fue el peor momento de mi vida, solo superado por la muerte de mi padre. No tuve que fingir estar enferma para no asistir, realmente lo estaba. Todo lo que comía lo vomitaba. No soportaría ver como se casaba con otra, porque si algo tenía claro es que se casaría con ella.
Como era muy evidente para todos que no me encontraba bien, me inventé un novio y una ruptura un tanto traumática.
Después de verano marché a Alemania. Mi madre me dijo que Rober andaba por allí en un curso... cuando le oí al teléfono todo volvió, el dolor, la angustia, los nervios, y finalmente él, con gesto preocupado. Recuerdo que llovía aguanieve y que hacía mucho frío. Cuando se terminaron las preguntas típicas y los recados que debía transmitirme, un espesó silencio se sentó entre nosotros en aquel café. Era la primera vez que nos veíamos desde aquella noche. Después de pasar largo rato rehuyendo su mirada me volví hacia él, le miré y sonreí, Y la vida volvió a ser un carrusel, y volvieron los besos y las caricias tan dolorosamente deseadas.
Tu hermano siempre fue sincero conmigo, nunca me vendió humo ni me dijo nada que no fuera cierto. Yo acepté lo que me proponía sabiendo el riesgo que corríamos, y me entregué sin condiciones. Él, a su manera, también lo hizo.
Se ausentó un instante y regresó con una fotografía. Me la enseñó. Eran ellos dos sentados sobre una roca de un acantilado, Roberto situado tras ella la abrazaba, miraban al horizonte, el viento les alborotaba el cabello. Eran una pareja normal, parecían felices. Me llamó la atención la expresión serena de mi hermano. La fotografía no tendría más de tres años, cuatro como mucho, Marta aun llevaba el pelo largo.
Tenía un montón de preguntas que hacer y no sabía por donde empezar.
- Cuando le vi en aquel hospital me temblaron las piernas. Es curioso, toda su vida jugándosela por ayudar a los demás y una caída de la moto le lleva a estar inmovilizado y con pronóstico reservado.
Mientras él ande por aquí todo tiene sentido, aunque no estemos juntos.
- ¿Qué sentiste al ver a su novia?
- ¿Qué voy a sentir?- Preguntó distraída- Tu hermano hace con su vida lo que quiere. No estamos juntos, pero me dolió- Confesó finalmente.
Siempre que lo dejábamos volvía a buscarme.
Estuvo convencido de que lo podía controlar, que las cosas ocurrían porque quería.
Nunca le pedí que eligiera entre su mujer y su hija, o yo.
No es que estuviera conforme con la relación a dos bandas era consciente de que ellas pesaban más y temía perderle. Por tercera vez llegamos a un punto sin retorno, ambos estábamos muy cansados. Le comenté que un compañero de trabajo me había invitado a salir y que iba a aceptar.
No le gustó nada- Charly sonrió reconociendo en esa reacción a su hermano- no entendía que quisiera salir con otra persona, que me gustara saberme deseada y que quisiera ir a cenar libremente a cualquier restaurante, sin esconderme de nadie.
Vivir como personas normales.
Cuando estuve trabajando en Lanzarote, de esa época es la foto, se las arregló para conseguir un nuevo traslado a Tenerife. Vivimos juntos. La gente con la que entablamos amistad, tanto sus compañeros como los míos, nos conoce como pareja.
En seis meses viajó a la península dos veces, una de ellas por Navidad, pero Lidia solo fue a verle con la niña en una ocasión. Nunca he comprendido esa dejadez. Fui yo, pero podía haber sido cualquier otra. Nunca tenía tiempo para él. Ni le preocupaban sus idas y venidas, tu hermano gozaba de una libertad infinita.
Yo no.
Vivía supeditada a sus horarios.
Es doloroso saber que das más de lo que recibes.
Necesitaba más.
Respirar.
Quizá salir, relacionarme con otras personas.
No lo permitió, no dejó ni que terminara de planteárselo. Esa misma noche habló con Lidia y le dijo que se marchaba de casa. Le contó la existencia de otra persona y no sé que más.
Pero yo necesitaba tiempo y él me lo concedió. Supongo que se cansó de esperar una llamada que no hice nunca. Deseaba fervientemente que me buscara. No supe interpretar su gesto, no fui capaz de reconocerlo. Lo dejaba todo por mí. Pero ya era demasiado tarde...
Volví a verle en el funeral de mi padre y un tiempo después en el hospital.
Me duele que haya sido capaz de rehacer su vida y yo siga en “stand by”- comentó con una sonrisa amarga en los labios- Primero pasé por una etapa de promiscuidad absoluta, tenía que recuperar el tiempo perdido; después vino el vacío.
- No ha rehecho su vida- aclaró- Ella es nada.- Y no se por qué sintió necesidad de consolarla.
La contempló en silencio durante un instante. Marta pensativa evitaba mirarle.
- ¿No quieres verle nuevamente?
- Déjalo estar.
- Él dice lo mismo. Teméis un rencuentro, por algo será.
- Por pudor, supongo. Sabemos demasiado el uno del otro y no estamos muy orgullosos de lo que ocurrió. En más de una ocasión estuvo a punto de contártelo, no lo hizo para no herirte.
- Será eso- admitió disconforme intuyendo que la conversación había terminado.- Aun no es tarde. Puedes llamarle, mi hermano nunca rechaza una partida de billar.
Estoy intentando recordar qué pasó en la boda de Jorge.
Mi hermano estaba de un humor espantoso, muy irascible, pero no sé. Tu fuiste acompañada, si, el arquitecto que diseñó este hotel.
- Mi hermano me pidió algo que estaba en la suite que tenían en el hotel, fui a buscarlo y Rober que estuvo muy atento, salió detrás de mí.
Sin tomar ninguna precaución subió conmigo en el ascensor. Tenía un ataque de celos tremendo. Como estábamos enfadados no sabía muy bien como interpretar su reacción, pero estaba encantada.
Tu hermano siempre me ha considerado de su propiedad, y no concebía que fuera de otra manera. Él vivía con Lidia con la que acababa de tener una hija, concebida mientras todavía estábamos juntos, y yo, que no tenía compromisos con nadie, no podía salir con ese “niñato”.
Entramos juntos a la habitación, donde dio rienda suelta a su estupendo cabreo. Nunca le había visto así, y la prudencia me decía que era mejor callar y dejarle desahogarse, no era contra mí, estaba enfadado consigo mismo.
Él no es mejor que yo- Dijo una vez se hubo serenado acercándose a mí insinuante, ahora la enfadada era yo, y mientras él se aproximaba yo levanté la rodilla golpeándole levemente la entrepierna para evitar su acercamiento, a él no le pareció tan leve el golpe, - sonrió- pero fue peor. Con un brusco movimiento me inmovilizó contra la pared.
“¿Qué ocurre? ¿Lidia ya no es tan maravillosa? ¿Buscas en mí lo que ella no te da?- Quería enfurecerle más.
Di que no quieres y me iré- contestó suavemente sin dejar de mirarme, rozándome con su cuerpo”
Pero yo si quería, ¡claro que quería! Le dejé hacer una vez más, jugando a su juego, con sus propias reglas. Cuatro plantas más abajo trescientas personas celebrando un banquete, y nosotros ajenos a todo. Fuimos demasiado lejos. Cualquiera pudo sorprendernos. Tus padres, los míos, su mujer, todos estabais allí y no imaginabais lo que estaba ocurriendo.
“Por qué no aprovechas la ocasión y me das ante todos el sitio que merezco. Entra conmigo en el salón, acaba con esta situación, tú eres el único que puede hacerlo, se honesto con tu mujer, contigo mismo, y ya de paso conmigo.”
Marta, no es el momento. Hablaremos de ello otro día.
La querrás mucho- ironicé- pero folláis poco.
Por supuesto, estoy muy ocupado follando contigo.- Dijo terminando de vestirse.
Recompuse mi imagen como pude y fui en busca de mí hermano, nos encontramos con él al salir del ascensor. Nos miró y movió la cabeza, incrédulo.
Jamás hemos hablado de ello. Para qué, si yo ya sabía que iba a decirme. A veces pensé contárselo a alguien, pero a quién, todos mis amigas estaban demasiado involucradas, nos conocemos desde pequeños y nuestras respectivas familias mantienen a su vez una relación de amistad. Si lo contaba, tarde o temprano terminaría trascendiendo. Ha pasado el tiempo y esto es como una bola de nieve imparable, ahora iras a hablar con Jorge, le contaras lo que sabes, y así uno tras otro. Hasta que se entere mi madre y le dé un disgusto de muerte, porque a todos los efectos, yo me entrometí en una pareja y soy la causante de su ruptura.

Durante muchos meses esperó a que Roberto volviera, era muy consciente de que le había pedido tiempo, pero deseaba que por una vez no lo respetara. Quería que fuera a buscarla, quería saberle entregado y sentirse ganadora. No lo hizo. Y ella fue incapaz de ponerse en su lugar.

3- Todo bajo control

Tras esa ruptura, Marta marchó de viaje a Italia donde estuvo algún tiempo, pues no podía con la situación. Roberto, ilusionado con su futura paternidad, se centró en su matrimonio. Era muy consciente de su hastío, de que la relación con Lidia, su mujer, había entrado en vía muerta, por mucho empeño que le pusieran en convencerse de que habían superado una crisis, otra crisis. Lo único que tenían en común nacería en unos meses.
Marta no era solo sexo. Aunque en su caso era cierto el comentario que le había oído a su madre, encontraba en ella lo que no tenía en casa, entre las dos formaban la mujer ideal. Pero no era sólo sexo. Lidia estaba demasiado ocupada en ser perfecta, en compaginar su papel de alta ejecutiva y de esposa. En planificar la vida de ambos, el tiempo libre, tener un hijo... No recordaba la última vez que fueron al cine, o que ella estuviera esperándolo al salir de una guardia, ni que fuera a verle a cualquiera de sus destinos. Pero era el único culpable. Él solito se había cargado su matrimonio. Nunca debió casarse. Y nunca debió recoger a Marta de aquella parada de autobús. Acostarse con ella no fue su objetivo en ningún momento. Marta era la hermana de Jorge, el mejor amigo de su hermano, la hija de unos amigos de sus padres, y vecinos en la casa de la playa, y además Charly estaba loco por ella. Llovía y estaba allí, esperando al autobús con la frescura de sus veinte años. No era guapa, pero tenía un cuerpo de escándalo y un rostro atractivo. No se conocían mucho, él tenía ocho años más y no compartían demasiadas cosas. La siguiente vez que se vieron coincidieron en un bar de copas, él estaba con Lidia y unos amigos, y no podía dejar de mirarla, en la distancia sintió como ella bailaba para él, cómo le provocaba. Fue sintiéndose atraído poco a poco. Era una joven muy sensual, en eso estaba de acuerdo con su madre.

Nunca se planteó una relación , sus encuentros fueron surgiendo propiciados por él, y porque compartían algunas aficiones y deportes que no dudaron en practicar juntos. Ella pronto quiso más y lo pidió con toda naturalidad. Aunque le halagó sentirse y saberse deseado, tenía novia. Nunca le haría nada que no quisiera que le hicieran a él, aunque Marta le gustaba, era divertida, le hacía sentir bien, despreocupado. Era muy consciente de la edad de ella, de que a su hermano le gustaba mucho, aunque a ella, él no le gustara nada, y aunque sexualmente le atrajera, les unían demasiadas cosas para estropearlo por la inmediatez de un encuentro sexual. Nunca pensó que se enamoraría de ella. Fue ocurriendo poco a poco. Supo entonces que lo mejor de Marta era su carácter, su forma de ser, y que no podría vivir sin ella, sin hablar, sin oír su voz, sin su olor. ¡No podía ser cierto! Estaría obsesionado, pero nunca enamorado, ya tenía una novia con la que se casaría en breve. Quiso distanciarse, pero no pudo. Habló con ella, le contó lo que sentía, y que necesitaba alejarse, pero no pasó más de una semana sin volver a verla.
Por lógica, la relación con Lidia estaba en crisis, ella lo achacaba al miedo que sentía ante la inminente boda, sin embargo, Roberto temía a sus propios sentimientos. Entonces un involuntario cambio de destino volvió a propiciar un alejamiento. Él, marchó a Tenerife, ella a Londres. Agradeció la distancia, ni siquiera se despidieron, no hubo tiempo.

Durante esos meses, reeducó sus sentimientos, se convenció de que era algo pasajero. Hasta que volvió. En un intento desesperado de demostrarse a sí mismo que se trataba de un capricho, cruzó la línea. Solo faltaba una semana para el día de su boda, y fue en su busca y en la de aquello que llevaba tanto tiempo deseando. Y todo se complicó aún más, porque fue mejor de lo que esperaba, porque quería más y no podía apartarla de sus pensamientos. Y sin embargo no volvió a verla, ni a hablar con ella ni por teléfono. Tenía que casarse y no quería. No es que pensara abandonarlo todo, pero Marta había puesto definitivamente su vida patas arriba, sembrando la duda y el desconcierto.
Fue una semana larga y difícil. Cedió a las presiones haciendo caso omiso a los consejos de su padre. Se prometió olvidarla y aunque no lo consiguió, supo que mientras no se vieran controlaría la situación.
Hubiera preferido poder hablar con ella, explicarle lo que ocurría, que supiera que le tendría cuando quisiera, pero los acontecimientos le superaron. Era una persona mentalmente fuerte, y por su profesión especialmente entrenado para ello, equilibrado, y en algunas ocasiones frío, supo mantener su recuerdo alejado. Con el tiempo pasaría a ser una anécdota. Pero era muy consciente de que la había hecho mucho daño y no podía olvidarse de ello tan fácilmente.

Cuando le convocaron al curso en Alemania, tuvo la sensación de que hicieran lo que hicieran ellos, había alguien empeñado en unirles. Fue allí donde pudieron hablar, explicar como se habían desarrollado los acontecimientos, pedirle perdón, y jurarle amor eterno. Marta lloró en sus brazos quemando el dolor que había sentido durante ese tiempo, buscando consuelo, y suplicándole no la dejara jamás. Aunque nunca le pidió que abandonara a su mujer, algunas veces, cuando la miraba observaba en ella cierta expresión de reproche. Mantener una doble vida le exigía un desgaste que no tardaría en pasar factura. Nadie sospecharía nunca que fuera capaz de jugar a dos bandas, le avalaba una reputación de joven serio y responsable. Y siempre supo que no dejaría a Lidia por ella, al menos mientras le diera tanto espacio libre para poder maniobrar. El cansancio les llevó a la ruptura. Una ruptura que él creyó definitiva. Además, su mujer estaba embarazada. Iba a tener un hijo, por ello merecía la pena intentarlo.

2- Confesiones

Aunque lo intentó, no pudo olvidar todo lo que su hermano le contó. ¡Marta y Robe juntos! No podía imaginarles ¿Qué podía unirles? Eran muy distintos. Solo sexo no podía ser. Su hermano no era un tipo especialmente mujeriego, no le gustaba cualquiera, ni se liaba con la primera que veía... Arriesgó demasiado para ser solo sexo, y nunca nadie sospechó nada de ninguno de los dos. Es cierto que bromearon con la idea de que Marta fuera lesbiana pues llevaban mucho tiempo sin verla con compañía masculina, hasta el día de la boda de su hermano Jorge. Ahora comprendía porque Robe se comportó de esa manera tan irascible y huraña durante toda la celebración.
Aunque actualmente no sintiera por Marta más que amistad, estaba celoso. No lo entendía. De haber sido otro cualquiera no se sentiría tan mal, pero era su hermano, y no podía evitar sentirse ofendido y traicionado. “Ella disfrutaba con alguna que otra situación comprometida”- Recordó la frase de su hermano. ¿Qué situación comprometida? Marta no era así. Provocar... ¡Jamás se atrevería! Era muy tímida. La indignación que sentía iba en aumento, hasta tal punto que no vio ni habló con su hermano durante el resto de la semana evitando atender a sus repetidas llamadas telefónicas.

- Charly esta muy enfadado- Comentó su madre distraídamente- Y es raro en él.
- ¿Le has llamado?- Insistió.
- Déjalo estar mamá. Sabía que esto ocurriría y se lo advertí, él insistió...
Si reacciona como un crío es su problema.
- Pero sois hermanos...
- Los hermanos también se enfadan.
- ¿Pero qué ha pasado ahora? Estabais tan bien y Charly te estaba ayudando tanto...
¿Tu también estas enfadado con él?
- Mamá, Charly es médico- Puntualizó- Y no, no estoy enfadado con él. Aunque no le entiendo.
Me gustaría dejarlo en este punto mamá. No voy a contarte nada que no quiera que sepas, tú también te enfadarías.
- ¡Claro hijo! Cómo quieras, pero tu hermano no solo te ha ayudado por ser médico.- Le defendió.
¿Y con tu novia qué vas a hacer? – Volvía a la carga, estaba claro que hasta que no llegara a donde quería ir no pararía. La miró sorprendido-Tienes que darle alguna explicación.
- Ese es problema mío, no debes preocuparte.
- Pero en todos estos días sólo ha venido a verte una vez. Yo creo que también esta enfadada, porque en el hospital no se separó de ti ni un instante, atendía el teléfono y decidía que mensaje debía darte y cual no- Ya estaba dicho. Lo había dicho. Su hijo la miraba expectante. -¿Quieres merendar?- Cambió de tema intencionadamente para obligarle a preguntar.
- ¿De que mensajes hablas?- Preguntó finalmente entrando de manera consciente en el juego de su madre.
- Marta llamó todos los días y Sonia no consintió que hablaras con ella ni una sola vez, tampoco te comentó las llamadas.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque al menos en dos ocasiones estuve presente, una de ellas yo misma cogí el teléfono, tu dormías. Cuando me marché le pedí que te dijera que Marta había llamado. No lo hizo.
¿O sí?
- No recuerdo mamá, todo lo ocurrido aquellos días es como si no me hubiera pasado.
- ¿Tú la quieres?
- ¿A quién?
- ¡Qué pregunta! ¿A quién va a ser?- Su hijo había entendido la doble intención de la pregunta.
- No, no la quiero- Le devolvió la pelota sin aclarar a cual de las dos se refería.
- Pues tienes un problema hijo, ella cree que es la mujer de tu vida, y los dos sabemos que no es cierto, que la mujer de tu vida es otra.- Comentó decidida.- Tu hija.- Aclaró
- Claro mama. Mi hija.
¿Estuviste escuchando detrás de la puerta?
Se sorprendió ante una pregunta tan directa.
- No mientas mamá.
- Roberto, yo en mi casa no escucho tras las puertas...
- Perdona...
- Escucha, no sé qué pasó con Marta, y no tengo ningún derecho a preguntarte por ello. Es tu vida.
Tanto respeto le escamaba.
- Sé que no quieres ni oírla.
-Tus razones tendrás.
¿Adónde quería ir a parar su madre? No dejaba de mirar como reflexionaba en voz alta atendiendo la labor de punto de cruz que tenía entre las manos.
- A mí es una muchacha que me gusta. La conozco desde que nació. Ya me dirás, toda la vida siendo vecinos.
Pero es raro. Una chica joven, atractiva, porque guapa no es, pero tiene algo, y me consta que tiene éxito con los hombres, y no haber tenido ni un solo novio, nada y ya tiene treinta años... ¿No me digas qué no es raro? ¡Y esa afición por viajar... Como si huyera de algo o alguien!
- ¿Adónde quieres llegar, mamá?
- A ningún sitio hijo. Es hablar por no callar.
- A tu edad deberías saber que de lo que se desconoce es mejor no hablar.
- Tienes razón.
Pero hay que reconocer que es raro...
- Pues no, no lo es.- Sentenció.
Es de lo más normal. Pasa continuamente.
Te enamoras de quien no debes, juegas y pierdes.
Me ha pasado a mí, y a Charly, y a cualquiera...
- Ya hijo, ya.
A tu hermano le gustaba ella ¿no?
- ¡Y yo qué sé! No hay quien le entienda.
- Tu se la quitaste...
- ¿Cuándo se la quité mamá?- Estaba dentro del jardín sin saber cómo había hecho para entrar.
- ¿Cuándo? Dímelo tú.
- No, no voy a cometer otra vez el mismo error.
Yo no le quité la chica a nadie... Como bien sabes- Subrayó- Entre Marta y yo algo hubo. No hace falta que des tantas vueltas. Hubo, que no hay. Comprendes la diferencia ¿verdad? ¿Lo qué pasó en el hospital? Yo estaba inconsciente, no recuerdo.
Charly cree que le engaño, Lidia sabe que la engañé... A la única persona que no he engañado en esta historia es a Marta. Ella siempre supo lo que había no se lo oculté, y lo aceptó.
Mamá, no quiero seguir con este tema.
Marta aceptó colaborar para hacerme volver. Gracias. Mil veces.
Pero no quiero llamarla, ni verla.
Sonia si me dio sus mensajes.
- ¿Por qué no quieres hablar con ella?
- Es mejor así.
- ¿Sigues sintiendo algo?- Era imposible escapar, no se daba por vencida. Cada vez iba un poquito más lejos.
- Aquello pasó, y terminó.
Fue ella quien le puso fin.
- No. No me mires así. Ya sé que soy igual que mi padre.
- Por eso os lleváis tan mal.
- Ese es otro tema.
- Te he parido, te he criado, y eres un desconocido...
- No lo soy, mamá.
Pero mi vida es mía, con sus aciertos y errores. Yo la escribo día a día. De todo cuanto he hecho el único responsable soy yo, y no me arrepiento de nada.
Le jodí la vida a Marta, vale. Pero por ella dejé a mi mujer y a mi hija, y a cambio recibí una patada en el culo.
Es lo que intenté explicarle a Charly y no me permitió. Las cosas no son tan evidentes. Si nos quedamos solo con el enunciado, resulta hasta vulgar, pero hay mucho más detrás. Fue una relación dependiente y obsesiva. Lo aposté todo y todo perdí. Pude haberlo hecho antes, pero lo hice cuando creí oportuno y me equivoqué.
No estoy enfadado con nadie.
Pero no quiero que os lo toméis a la ligera y opinéis libremente sobre lo que desconocéis. Hablaré con Marta cuando estime oportuno o quiera. Para mí, ella, tiene todo mi respeto, y esta aparte de todo. Ella, yo, y después el resto.
No debí hacer nada de lo que hice, era bastante mayor que ella y supe en todo momento que terreno pisaba.
- Ella tampoco quiere verte.- Pese a intuirlo, le dolió.
La invité a comer varias veces y nunca ha aceptado, siempre se ha excusado...
- No intervengas.
Deja que las cosas sigan su curso.
Créeme, Marta no necesita que le dé las gracias. Ella sabe que tiene de mí lo qué quiera, cuando quiera
Me pidió tiempo, y se lo di. De esto hace dos años.
- Si claro, pero tú tienes novia... – La mirada irónica de su hijo la mostró el error- Perdona ¡qué tontería he dicho!
¿Le has contado esto a Charly?
- No me dejó.
Se hizo el ofendido, sintiéndose obligado a defender a Marta de mí. Ya le oíste.
De todos modos, da igual. Nada va a cambiar.
- ¿No vas a hacer nada?
- ¿En qué frente?- Sonrió cansado.
Es muy difícil que entendáis lo qué pasó y por qué pasó. Y cómo pude enamorarme de esa manera cuando lo tenía todo. El matrimonio perfecto, la profesión por la que tanto luché, una vida ideal. Humo. Marta era el motor de esa apariencia, mi principio y mi fin. Mi vida. Por ella me olvidé de todo y de todos, hasta de ella misma. Ese fue mi error, creerme dueño de su vida. Exigir, y exigir, y cada vez dar menos a cambio. Las cosas son como son y no se puede dar marcha atrás. No hay segundas oportunidades.
- ¿De haberlas, qué cambiarías?- Volvió la vista hacia el mar, cómo si necesitara tiempo para encontrar una respuesta. Tenía dos posibles: no haber cedido a la presión de su padre habiéndose casado; o no haber celebrado con ella su despedida de soltero. Le resultaba extraño mantener con su madre una conversación así y no oír reproche alguno. También ella era una desconocida. Lo ignoraba todo, qué sentía, sus deseos, sus sueños. Estaba acostumbrado a que estuviera siempre en su puesto, perfectamente peinada, sonriente y dispuesta a todo. Cargando sobre sus hombros con las decepciones propias y las ajenas, y haciendo suyo el sufrimiento de cada uno de sus hijos.
- Fuiste muy valiente. – Le dijo evitando responder – Sé que te recuerdo a papá y que no puedes entenderme...
- Te equivocas. Entiendo perfectamente que te enamoraras de otra mujer pero no que mantuvieras el engaño tanto tiempo jugando con la vida y los sentimientos de dos personas que no lo merecían.
Lo de tu padre es otra cosa. – Su expresión cómplice se había crispado. Accedió a contestar como si de un intercambio de confesiones se tratara – Tu padre tiene la mala costumbre de follar con la primera que pasa, y no le disgusta pagar por ello, y eso de que los hombres buscan fuera lo que en casa no les dan es un cuento chino, tu padre nunca pidió nada. Era un hipócrita. “Mi mujer es una santa. Esposa y madre abnegada, pero las fiestas con otras, que ella es etérea.” Cuando Charly se fue de casa y me quedé a solas con él resultó que vivía con un extraño: ni amistad, ni complicidad, y lo que es peor, ni cariño. Ahora lo único importante soy yo. Y no tengo que aguantar a nadie, ni nadie tiene que aguantarme a mí. Primero dejó de gustarme, pero no recuerdo en que momento deje de quererle.
¡Vaya dos sosos, aquí, compartiendo fracasos! Me cambiaría por ti sin dudarlo. Dos años es mucho tiempo. Se sincero contigo mismo y con ella, búscala, dile que la quieres. Mostraos ante todos, no debéis esconderos más. ¡Salid del armario!- Rió animosa- ¿No es así como se dice ahora? ¡Y dame una nieta a la que pueda ver cuando quiera y no cuando a su madre le dé la gana!


1- Charly, no preguntes...

¡Qué no! ¡Qué no es lo que parece!- Le repetía a su hermano insistentemente- Deja de parlotear y escúchame- Finalmente consiguió que se sentara junto a él. El yeso que inmovilizaba su pierna derecha le ocasionaba unos picores insoportables y mucha incomodidad. Intentó cambiar de postura rehuyendo la mirada.- ¿por qué estas tan enfadado? ¿Qué quieres que te cuente? Yo estaba inconsciente. Apenas recuerdo el accidente. Sé que me hablaban e intentaban que no me durmiera, pero yo solo quería irme, algo o alguien tiraba de mí. Era una sensación placentera, como si una nebulosa brillante me envolviera, y lo siguiente fue verme en un hospital luchando por mantenerme despierto. Se, por vosotros, que entre un momento y otro transcurrió una semana. Pero no, yo no os oí a ninguno, ni sentí que me tocarais, no tengo recuerdos de ese periodo. Una vez estuve despierto, si recuerdo las pesadillas, y la inquietud, y el miedo a no poder volver a ser el mismo.

- Pues nada te hacía reaccionar, y aunque los médicos opinaban que el estado de inconsciencia sería transitorio, no podían estimar cuanto tiempo duraría.
Lo peor fue que ocurrió estando tu novia presente. Marta vino a verte. Como las visitas eran limitadas y dado que tu novia no cedía su sitio a ninguno, fue mamá quien una vez más lo hizo. Mientras, yo hablaba con los médicos. Dicen que solo se acercó a tu cama y te tocó la cara, pero lo cierto es que tu pulso cardíaco se aceleró hasta tal punto que hizo saltar las alertas. A pesar del susto, era bueno lo ocurrido, pero durante el día y medio restante por mas que te tocábamos y besábamos no se apreció reacción alguna por tu parte. Tu novia se desesperaba, te hablaba dulcemente, te susurraba al oído... pero nada.
No había coágulo, ni daño cerebral gracias a que llevabas el casco, tu inconsciencia era una manera de autoprotección, un mecanismo de defensa frente a una situación postraumática. Podías volver en cualquier momento, o no. Marta volvió a petición del médico y fue alucinante. Se acercó a ti para que respiraras su olor, te besó en la mejilla y en los labios, y te mordió el lóbulo de la oreja, y aunque la máquina volvió a sonar el médico quiso que siguiera. Era tu organismo el que reaccionaba, te movías agitado, transpirabas y la sujetaste la mano. Ella te habló quedamente, sin soltarse y te fuiste tranquilizando. El médico dijo que tuviste una erección... A las pocas horas despertaste preguntando por ella.
¡Claro esta! Por mucho empeño que puse en explicar que Marta es una amiga de la familia, que nos conocemos desde pequeños, resulto poco creíble. A todos nos quedó claro qué te ponía, y como te ponía... ni tu propia novia.

- Ya, y eso te ha dado pie a pensar que entre Marta y yo hay algo, ¡pero si estaba inconsciente!
- ¡La conociste!, Y no hablas con mamá, ni con tu novia, sino conmigo, no hace falta que te excuses, te recuerdo que soy médico y que lo presencié.
- Actualmente entre Marta y yo no hay nada, bueno si, recuerdos, buenos y no tan buenos, pero no he vuelto a verla desde el duelo por la muerte de su padre.
- ¿esos recuerdos no tan buenos son la causa de que no volviera a verte?
- Imagino que no querría provocarme un infarto. Imagina que plan... sobrevivo a un accidente de moto y la palmo por un calentón. - Ironizó.
- ¡Qué frívolo eres!
- ¿Y qué quieres qué diga? Desconozco qué sucedió, estaba inconsciente.- Repitió nuevamente.
- Si eso esta claro, pero antes, has dicho que actualmente no hay nada...
- No quieras saber... Te vas a enfadar mucho... No te lo contaré... Fue hace mucho tiempo. Además no te importa. Fue una historia muy íntima- Había conseguido intrigarle pero no tenía intención de contar más, y así se lo dio a entender cuando le pidió un analgésico.
- No puede dolerte la pierna.
- Pues me duele.
- No tiene por qué. Estas huyendo.
- Me duele, y me pica, y me pone nervioso...
- Intenta dormir- Dijo acompañándole a su habitación- Terminarás acostumbrándote a los somníferos.
- Si es que éste calor... y los picores no me dejan descansar.
- ¿Por qué no ha vuelto? Eso si me lo puedes contar.
- Debiste casarte con ella. - Ignoró la pregunta de manera intencionada.
- ¡Claro, y ahora tendríamos mujer los dos!
- ¡Dame una pastillita de esas por favor! Necesito dormir y no pensar.
- ¿Estas intentando huir?- Busco los ojos de su hermano que esta vez no le rehuyó la mirada. ¿Qué ocultaba? ¿Qué había tras esa expresión burlona, tras esa mirada brillante?- Ella nunca se hubiera casado conmigo.
- Si ni siquiera intentaste salir con ella, y no será que te lo dije veces.
- Es la hermana de un colega.- La mirada escéptica de su hermano le hizo sonreír.- A ti eso te da igual.
- Tienes razón, ella nunca saldría contigo... mirándote bien, no eres su tipo.
- ¿Y tu sí?
- Si lo fuera no iría a verme al hospital como una furtiva.
- ¿Resentimiento?
- No, ya no.- Se movió inquieto.
- No me pidas otra pastilla, no te la voy a dar. Charlemos hasta que te duermas.
- Entonces cambiemos de tema.
- ¿Qué pasa, este no te gusta?
- No mucho la verdad.
Ahora su mirada se había tornado fría y distante perdida en algún punto de la habitación que durante muchos años compartieron.
- No es lo que te imaginas.
- Ya, eso ya lo has dicho. Según tu, no te enrollaste con ella, no, es otra cosa.
Parecía ausente, perdido en sus pensamientos. Cerró los ojos y se durmió, o se hizo el dormido...
- La he querido más que a mi propia vida- Confesó casi en un susurro, sin abrir los ojos- Jamás he hablado de ello con nadie, y no sé si sabré hacerlo de manera ordenada.
- Pero ¿de cuando me estas hablando? Porque Marta es mucho más joven que tú... - Su hermano tenía razón, no estaba preparado para saber lo sucedido.
- Hace mucho. El año que me casé. Ahí empezó todo. Tu no estabas, Jorge tampoco. Durante ese año Marta y yo habíamos coincidido varias veces en diferentes lugares. Un día que llovía pasé por la parada del autobús, ella estaba allí, la recogí. Fuimos a tomar un café y por primera vez le di plantón a mi novia. Consciente o inconscientemente, no lo sé, empecé a provocar encuentros, a buscarla. Íbamos a jugar a billar, la enseñé a saltar en paracaídas... Cualquier cosa qué hiciéramos juntos resultaba excitante. La relación con Lidia iba de mal en peor y comencé a dudar. Entonces me cambiaron el destino y Marta a su vez marchó a Londres. Nos distanciamos. En ningún momento cruzamos la línea. Hasta ese momento yo llevaba el control de la situación y aunque ella provocaba y disfrutaba con alguna que otra situación comprometida, no habíamos pasado del beso en la mejilla a modo de saludo. Yo volví, ella también. La busqué desesperadamente. Faltaba una semana para mi boda. Vosotros organizasteis una fiesta de despedida de soltero.
Desaparecí y fui en su busca con una sola idea en mente: despedirme. Perdí el control. Me gustó, me gustó mucho. Pasamos juntos la noche y parte del día siguiente.
En un acto de valentía temeraria hablé con Lidia, no le conté quién era si que existía otra persona, que tenía dudas, muchas, y que no sabía si deberíamos casarnos... ¡Y entonces exploto! Ella habló con su padre, que a su vez habló con el nuestro...
Esta es otra cosa que no sabes, hace mucho tiempo sorprendí a papá con su amante. Nunca me atreví a decírselo a mamá, pero mi relación con él cambió. Radicalmente. Es genético. Yo estaba haciendo lo mismo que él, “eso” que tanto había repudiado y condenado, y que jamás pude perdonarle. No podía casarme.
Pero ¿cómo iba a hacerle eso a la hija de su socio? Jamás me lo consentiría. Le conté la verdad ocultando la identidad de la “otra” y no se inmutó. Me aconsejó mantener las dos relaciones, debía casarme como estaba planeado y seguir con mi vida. Me presionó, amenazó, chantajeó hasta que me di por vencido. Me casé como estaba previsto y no volví a ver a Marta, por supuesto ella faltó a la boda, no así sus padres y tu amigo del alma.
No le di explicación alguna, y eso me dolía, porque no quería que ella se confundiera y formara una idea equivocada... Deseaba que supiera lo importante que era para mí y que podía contar conmigo para lo que necesitara... Estaba preocupado, ella era muy joven y yo la había hecho mucho daño sabiendo desde el principio que las cosas iban a ser así, que no podían ser de otra manera porque yo carecía del valor necesario para romper con todo y enfrentarme a papá... bueno, y a mamá, que también tendría mucho que decir.
Como el mundo de Marta y el mío pertenecían a universos distintos, si no provocábamos un encuentro no coincidiríamos nunca. Ella con su manía de viajar y aprender idiomas... Yo sabía que huía.
Entonces me enviaron a Berlín a un curso y ella estaba cerca, y mamá insistió: “Tienes que llamarla, fíjate allí sola, tan joven, quizá necesite algo...” Su madre me dio, creo que fue un cheque y su dirección... Al fin y al cabo éramos como hermanos, añadieron.
El primer día libre que tuve, alquilé un coche y fui a buscarla. Tenía muchas cosas que contarle, deseaba profundamente tenerla cerca. Vivía en una residencia de estudiantes. La encontré distinta porque ya no la miraba con los mismos ojos. Aunque le habían dicho que estaba allí, no confiaba que me atreviera a ir a verla. Parecía sorprendida y algo incómoda. No sabía que decir. Estábamos en un Café, uno junto al otro sin hablar, sin mirarnos, y entonces ella se volvió hacia mí y sonrió, y yo me relajé, el ambiente se distendió y lo tuve todo claro.
Estuvimos juntos un año, hasta que se enteró de que Lidia estaba embarazada. Como si hubiera olvidado que yo era un hombre casado me castigó con toda la furia que los celos le permitieron. Si algo tiene Marta, es que es capaz de sacar lo mejor y lo peor de mí. Y en esa ocasión no estuve acertado. La hice ver que era tan responsable como yo de la situación a la que habíamos llegado. Ella me regaló el que a partir de ese momento sería su calificativo favorito: cobarde. Y tenía razón, pero me era indiferente. Estaba cansado, y solo quería perderla de vista. Bastantes problemas tenía ya como para que ella comenzara a crear otros. Me largué y comenzó para mí la etapa más tranquila de toda mi vida. Realmente estaba enfadado con ella por creerse con derecho a pedir explicaciones y a exigir. Por eso no me permití echarla de menos. Me auto convencí de que era sexo. Sólo sexo. Bueno, muy bueno, pero solo sexo. Mi relación con Lidia... era más completa.- Rió burlón buscando con la mirada a su hermano pequeño que estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared intentando asimilar cuanto escuchaba.
- ¿Ahí terminó todo?- Preguntó suavizando el tono para no dar a entender la confusión que sentía, después de un instante de silencio.
- ¿Estas bien?- Pregunto extrañado.
- Todo lo bien que se puede estar después de descubrir que tu hermano se ha estado pijando a la chica que te gustaba.- Atacó.
- Te advertí que no te iba a gustar saberlo
- ¡Capullo! ¿Y por qué no te acordaste de mi cuando fuiste a por ella?
Si era una cría.- Se lamentó.
- No tan cría.
- Ya te encargaste tú de que aprendiera.
- No te enfades conmigo por hacer lo que tú nunca te atreviste...
- No me diste opción.
- ¡Venga ya! Pero si os creíais que era lesbiana porque nunca la visteis con un tío.
- Eso fue una broma
- Estoy seguro de que a Marta le divirtió mucho saberlo.
- Mira paso, no te aguanto- Dijo poniéndose en pie.
- Charly- Le llamó.- Lo siento. No te enfades
Al oírles gritar, su madre irrumpió en la habitación de forma inesperada recriminándoles su actitud. Ambos hermanos se miraron sorprendidos.
- Ha llamado Marta. – Dijo mirándoles inquisitoriamente.
- Sois unos egoístas.
- Te has pasado todos estos años negándola- añadió dirigiéndose a su hijo mayor- y en un acto de generosidad absoluta, arriesgándose a quedar descubierta, te devolvió a la vida. Aún no la has llamado dándole las gracias.
- Y tú, que tanto te preocupas por ella - Era el turno del pequeño- ¿sabrías decirme qué pasó con ella después? ¿La viste salir? ¿Te interesaste por su estado al menos como médico ya que como amigo te preocupan otras cosas? Porque para ella no fue agradable. Ni siquiera tuviste la precaución de hacerlo cuando estuvierais solos, y no con todos nosotros presentes. Pudo negarse, y no lo hizo.
- ¿Qué sabes de todo esto, mamá? ¿Has estado escuchando tras la puerta? – Preguntó Roberto.
- Que en todos estos años la única vez que te he visto sin esa expresión distante y cínica en tu rostro fue en el hospital, después de que ella se hubiera ido. Ni el nacimiento de tu hija alejó de ti esa mirada fría y huidiza. Eres escurridizo como un pez, y no serás nunca feliz si sigues mintiéndote.
- De verdad que no sé cómo aún os habla. Bueno a Charly, a ti, y muy a pesar suyo, sólo te ama. – Sentenció mirando fijamente a su hijo mayor.

Y salió de la habitación dejándoles perplejos y en completo silencio.